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Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 15-12-2011

Resistan a los cantos de sirena sobre la excepcionalidad estadounidense
El gran engaño

Chris Floyd
The Empire Burlesque

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


La campaña presidencial estadounidense va ya a toda marcha. (En realidad, no se detiene nunca; la codicia y la trifulca salvaje entre diversas almas en estado de deterioro que se esfuerzan para conseguir una breve temporada de dominio y potestad para quitar la vida prosiguen cada día sin tomarse un respiro). Durante los próximos meses vamos a vernos sometidos a una riada de retórica cada vez mayor y más estruendosa acerca de la única, incuestionable y divinamente ordenada bondad de EEUU. (Y de cómo la “otra parte” trata de destruir o degradar esta preciosa singularidad moral).

Esta retórica vendrá tanto de los radicales extremistas empeñados en machacar la sociedad, irrisoriamente llamados “conservadores” en nuestro sistema político parecido a una feria, como de los reaccionarios defensores de un sistema sanitario para las elites y del belicismo asesino irrisoriamente conocidos como “progresistas”. (Y, desde luego, de los bien alimentados, de suaves maneras y confortablemente adormecidos ciudadanos conocidos como “centristas”).

A todos los estadounidenses se les adoba en esas mentalidades desde que nacen, y cada día se les va reforzando en ella a través de la maquinaria más poderosa y dominante de la historia, con enormes presiones sociales y a través del peso muerto de la tradición. Incluso los cínicos más endurecidos podrían sentir los movimientos de la respuesta atávica a esos cantos de sirena entretejidos en la estructura de la psique estadounidense.

Para esos casos, recomiendo una lectura de los dos artículos que les reseño a continuación. Les ayudarán a recordar la realidad encubierta por toda esa mierda de apretar botones y agitar la psique de esos miserables infelices en búsqueda del poder.

En primer lugar, un notable artículo del London Review of Books, en el que se detalla el testimonio personal de un niño –un niño- al que vendieron a cambio de años de cautividad y tortura a manos de los orgullosos defensores de los valores estadounidenses, esos a los que se nos dice siempre que debemos honrar. Es la historia de Mohammed el Gorani, un adolescente del Chad nacido en Arabia Saudí, cuya piel negra le convirtió en blanco especial de sus captores para los agujeros del infierno de los gulag de Kandahar y Guantánamo.

Al no poder adquirir formación profesional o educación superior a causa de los virulentos prejuicios del aliado incondicional de EEUU, a la edad de 14 años, el Gorani se fue a Pakistán para aprender informática e inglés. Dos meses llevaba en ello cuando los matones de la seguridad pakistaní lo agarraron y se lo enviaron como un fardo a sus amos estadounidenses, ansiosos de cuerpos cálidos con los que llenar el nuevo gulag:

Mohammed el Gorani pasó casi años en Guantánamo. Sus captores supieron casi desde el principio que era un niño inocente y no un terrorista. La única “prueba” que le mostraron fue un papel “que probaba” que había estado implicado con al-Qaida en Londres, en 1993, cuando era un niño de seis años que limpiaba los parabrisas de los coches en Arabia Saudí. Pero, ¿qué les importaba eso? Sus captores eran “máquinas”: solo estaban siguiendo órdenes, haciendo su trabajo, de la misma forma y manera que cada factótum en cada sistema brutal a lo largo de la historia.

Oh, pero aquellos eran los viejos días malos, podrían decir algunos. (A pesar del hecho de que el gulag de Guantánamo sigue aún operativo, junto a otras instalaciones similares –conocidas y desconocidas- por todo el planeta). Hoy, se nos dice que somos afortunados por estar siendo gobernados por un dirigente más humano, más amable y más listo. Claro que no es perfecto, pero, ¿quién lo es? Y OK, quizá, puede que al final sea el menor de dos males. Pero, desde luego, cualquier persona seria y espabilada sabe que hay una diferencia cualitativa y profunda entre Barack Obama y su predecesor, y todos aquellos que les puedan sustituir, ¿verdad?

Para aquellos cuyo atavismo partidista –o nostalgia- pudieran revolverse ante esos argumentos, les insto a leer este potente y desgarrador ensayo de Arthur Silber. Es uno de los mejores resúmenes acerca del horror moral que impregna nuestro sistema político –y del despreciable arribista que está ahora al frente- que he visto nunca. Aquí van unos cuantos extractos, pero no hagan trampas, háganme el favor de leerlo entero.

El asesino dijo:

Observen el video del enlace que se incluye arriba. Es muy instructivo, especialmente la expresión de Obama cuando añade: “O a quienquiera que quede allí”. Habla de asesinato, pero las palabras son despreocupadas y superficiales: este es un asesino tan acostumbrado a matar que habla de sus víctimas pasadas y futuras de forma intercambiable, y en términos aproximados. Solo “a quien quiera que quede allí”. Quiere estar seguro de que saben que, en su momento, va a ordenar que les maten. Su cara carece de expresión, sus ojos parecen los de un muerto. Ese es un hombre sin alma en modo alguno sano o decente. Asesina, y está orgulloso de hacerlo.

Más de un millón de iraquíes inocentes murieron asesinados como consecuencia de la criminal guerra de agresión de EEUU contra su país. Y Obama va y proclama el “éxito” de EEUU en Iraq como un “logro extraordinario”.

Los continuos asesinatos perpetrados en Pakistán y Afganistán son tan numerosos y regulares que apenas merecen que se informe de ellos un par de días, al menos en lo que respecta al gobierno de EEUU y a la mayor parte de los estadounidenses. El fin de semana posterior a la festividad de Acción de Gracias, el gobierno de EEUU asesinó al menos a 25 pakistaníes… Ese mismo fin de semana: “Seis niños entre los siete civiles asesinados por un ataque de la OTAN en el sur de Afganistán, según declararon el jueves las autoridades afganas”. La historia ha caído ya en el pozo del olvido. Eso mismo debió ocurrir con los incidentes, que como esos, ocurren al menos una vez al día dada la cifra de operaciones militares ordenadas por el Asesino-en-Jefe y perpetradas por quienes siguen sus órdenes…

Y esas son solo algunas de las pocas historias que llegamos a conocer, y solo durante un período muy breve de tiempo. Innumerables crímenes más se llevan a cabo por todo el mundo y solo podemos llegar a reunir unos vagos bosquejos de lo que está sucediendo. Por no mencionar numerosos actos menores de crueldad y violencia, muchos de los cuales alterarán de forma lacerante el curso de muchas vidas durante los desolados años que están por venir.

Consideren estos párrafos de un artículo de Nick Turse:

Silber concluye con una mirada retrospectiva a un escrito que elaboró hace cinco años, un artículo que es hoy más verdad que nunca, y uno que muestra la horrenda continuidad entre los “viejos días malos” y nuestra era, la era ilustrada, progresista y laureada del Nobel de la Paz:

Chris Floyd es un premiado periodista estadounidense, autor del libro “Empire Burlesque: High Crimes and Low Comedy in the Bush Regime”. Durante más de once años estuvo escribiendo una columna política “Global Eye” para The Moscow Times y el St. Petersburg Times en Rusia. Ha trabajado también en Gran Bretaña para Truthout.org. Sus trabajos aparecen con regularidad en CounterPunch, The Baltimore Chronicle y Il Manifesto, así como The Nation, Christian Science Monitor, Columbia Journalism Review, The Ecologist y muchos otros.

Fuente: http://www.chris-floyd.com/component/content/article/1-latest-news/2196-grand-delusion-resisting-the-siren-song-of-specialness.html





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