Los acampados de Mérida pretenden quedarse a vivir frente a la oficina de empleo todo el tiempo que sea necesario. Sólo en esta ciudad de 50.000 habitantes ya les han cortado el agua por impago a 620 personas. Esto es un síntoma de que día a día crecen la miseria y la desesperación, las situaciones insoportables para centenares de familias, a menudo con niños o personas ancianas o con discapacidad a su cargo. Se siguen produciendo cotidianamente desahucios de viviendas sociales o hipotecadas, y la marginación social llama a la puerta de barrios que hasta hace poco estaban más bien del lado de la clase media. La situación es, por tanto, desesperada, y es preciso un giro radical en las políticas públicas, que deben empezar cuanto antes a echar una mano al pueblo y no a un puñado de intereses privados.
Campamento Dignidad
Los acampados decidieron llamarse “Campamento Dignidad”. La asamblea abierta se reunirá frente a la oficina de empleo todos los días a las siete de la tarde. Durante la mañana, el campamento se convertirá en una Oficina de Derechos Sociales abierta a todo el que necesite ayuda o asesoramiento, o desee colaborar. Ya se ha distribuido una octavilla por todo el barrio, el polígono Nueva Ciudad, para conectar con los vecinos y vecinas, que están ya empezando a echar una mano en la resolución de los problemas logísticos de mantener en guardia frente al SEXPE-INEM a un mínimo de unas veinticinco personas. No es difícil dar con muestras de apoyo y solidaridad: los trabajadores y trabajadoras sienten como propias las reivindicaciones del Campamento Dignidad porque la mayoría percibe que se hallan en el filo de la navaja con el aumento exponencial del desempleo (ya son casi 174.000 los parados y paradas en Extremadura, un 34 por ciento de la población activa, según la EPA del último trimestre de 2012).
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