Los trabajos de construcción para la futura mina de uranio en Retortillo, Salamanca
La mina de uranio a cielo abierto que la empresa australiana Berkeley pretende abrir en pleno Campo del Yeltes, en la provincia de Salamanca, agoniza en un mar de obstáculos. El proyecto, el único de este tipo que de llegar a funcionar existiría en Europa, se encuentra suspendido en una enredadera burocrática en la que se entrelazan la falta de permisos, las sospechas de irregularidades y un panorama económico muy poco favorable para este elemento químico, imprescindible para la generación de energía nuclear.
El último escollo ha llegado este mismo miércoles por parte un juzgado de Salamanca que, tras la denuncia de un grupo de vecinos, ha ordenado la paralización cautelar de la tala de los centenares de encinas que las excavadoras de la minera se estaban llevado por delante para construir el proyecto. Aún así, la orden es cautelar, a la espera de una decisión definitiva el próximo 26 de abril.
El daño ambiental es importante, porque parte de la zona donde crecieron estos árboles, que pueblan desde hace siglos las dehesas de los municipios de Retortillo y Villanueva del Yeltes, forman parte de la Red europea de espacios protegidos Natura 2.000. La Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo de Madrid investiga si se ha cometido un delito al medio ambiente tras una denuncia interpuesta por la organización WWF. Los grupos ecologistas y los vecinos aseguran que en total se han talado unas 1.500 encinas; la empresa habla de unas 250.
Los vecinos que se oponen a la mina, agrupados en la Plataforma Stop Uranio, acudieron a los tribunales porque veían incomprensible que la empresa destruyera todo aquel patrimonio natural cuando ni siquiera cuenta con los permisos que necesita para asegurar el funcionamiento del proyecto; y sin que la Junta de Castilla y León o alguna otra administración hayan hecho nada por impedirlo.