No puedo ser débil en un mundo tan agresivo como éste, he de defenderme de él y he de defender a quienes confían en mí. “Uno pierde fuerza cuando compadece”, afirmaba mi maestro, Friedrich Nietzsche. Quienes deberían defenderme andan por ahí como pollos sin cabeza: Izquierda Hundida, Unidos Tampoco Podemos. Estamos solos, hay que empezar de nuevo, los malos no eran los malos ni los buenos, los buenos; los malos no son tan malos y los buenos no son tan buenos. La alternativa de Marx ha muerto. Marx, no.
Los teóricos de la Ilustración del XVIII y los del liberalismo del XIX me abrieron también los ojos, ellos justificaban la violencia contra el antiguo régimen que obstaculizaba el avance del mercado. Los políticos elegidos democráticamente en la actualidad, me enseñan el camino: hay que ir a la raíz de los problemas, nada de paños calientes como esa solidaridad que me piden. Si nos estorba un régimen lo aislamos y lo sancionamos por el bien del pueblo porque como hay que salvar al pueblo se le castiga con tal de que caigan los tiranos que lo esclavizan. En España, da igual que un dinerito adicional a final de mes les venga bien a los millones de parados y menesterosos que hay, lo importante es cumplir con la UE y no aumentar el déficit. Eso es lo que me enseñan los que han ganado en la Historia, de manera que no me pidáis más solidaridad ni limosnas porque ni antes me engañaban ni ahora me van a engañar, soy más viejo y más sabio.
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