El Reverendo Billy está apoyado en el mostrador de un Starbucks en
Northridge, California. Vestido de blanco y con cuello seglar, su pelo
teñido de rubio y con gel, peinado hacia arriba en un estilo John
Travolta, podría pasar por un verdadero religioso -hasta que abre la
boca.
"¡Están entrando a nuestros vecindarios como si fueran
extraterrestres!", dice en su voz altisonante de televangelista. Luego
entona una letanía de pecados: "¡Los sindicatos, la leche por
ingeniería genética, la falsa bohemia!"
Una gerente de tienda atraviesa el público y se arriesga a que le escupan la mano al tratar de tapar la boca al reverendo.
"Pido al dios que no es un producto que por favor anule, neutralice
esta caja registradora ahora", grita él agarrando la máquina, "y que
saque a patadas a este Starbucks del vecindario".
Una
congregación de una docena de seguidores grita "¡Aleluya!" mientras que
un ex-infante de Marina, que ha decidido actuar como guardia de
seguridad de la tienda, se aferra a la chaqueta del reverendo.
"¡Vamos, hijos! Se acabó Starbucks. ¡Amén y cambia-luya!"
El Reverendo Billy, carismático líder de la Iglesia de Dejar de
Comprar, es la creación del artista del performance y veterano del
teatro de vanguardia de Nueva York Bill Talen. Su personaje parecido a
Jimmy Swaggart puede estar basado en la parodia, pero Talen -quien se
siente inspirado por ACT UP, las Muchachas Guerrilleras, Lenny Bruce y
Abbie Hoffman- tiene una actitud ante su trabajo que es inusualmente
seria. El reverendo es su enfoque principal durante todo el año;
incluso se gana modestamente la vida por medio del personaje, dando
conferencias y haciendo residencias con organizaciones de arte. Cuando
su coro canta textos como "Así que es Navidad, dejemos ahora de comprar
/ La confianza del consumidor, sí, oh, sí, está decayendo", muestra un
canto bien ensayado. Y cuando Talen dice sus sermones de verdad se le
enrojece el rostro y le corre el sudor.
"Realmente estamos
tratando de desentrañar la adicción del consumismo", dice Talen. "¿Por
qué compran de esta manera los norteamericanos?" Los anuncios nos
convencen de que el consumismo en sí es democracia. Nos convencen de
que es normal. Pero nosotros creemos que no tiene precedente".
La crítica anti-corporativa de Talen es en parte derechos de los
trabajadores, en parte conservacionismo del petróleo y en parte
estética. Él acusa a las grandes tiendas de explotación del trabajo.
Pero más a menudo invoca una visión de "verdaderos vecindarios", de un
urbanismo al estilo de Jane Jacobs que ha sido destruido por la
aristocratización, la publicidad y las franquicias. Él califica a
Starbucks de "destructor de las viejas cafeterías". En su libro del
2003, ¿Qué debo hacer si el Reverendo Billy entra en mi tienda?, Talen
critica los espacios públicos donde las súper modelos aparecen en las
vallas publicitarias, pero donde hay "cada vez menos espacio para las
palabras humanas".
Parece improbable que muchos bebedores de
latte se conviertan por presenciar las "intervenciones minoristas" de
la Iglesia de Dejar de Comprar. El asombro es la respuesta habitual, y
algunos clientes se ponen a la defensiva. Pero Talen asegura que otros
agregan sus propios aleluyas y que él hasta ha visto aplaudir a algunos
empleados. La casa central de Starbucks ha tomado nota: el título del
libro de Talen aparece en un memorando distribuido a empleados
inseguros de cómo responder a las acciones. (No hace falta decir que no
recomienda aplaudir.) En una Tienda Disney en Times Square -otro
objetivo favorito de la iglesia- un gerente trató una vez de advertir a
miembros del grupo diciendo, aparentemente sin ironía: "Si no están
comprando puedo hacer que los arresten".
Talen estima que él
ha sido arrestado como el Reverendo Billy de 30 a 50 veces. Aunque
generalmente lo dejan en libertad sin presentar acusación, en año
pasado pasó tres días en un calabozo del condado de Los Ángeles después
de una manifestación post Día de Acción de Gracias. "Esa vez se me fue
de las manos", dice Talen. "Es un lugar muy, muy duro".
Ahora
Talen sale a la carretera con 30 co-activistas y actores para la "Gira
de la Compralipsis", un viaje de un mes por todo el país que comenzó en
Nueva York pocos días después del Día de Acción de Gracias y terminará
con una celebración de Navidad anti-consumista el 25 de diciembre en
Los Ángeles. Él no ha anunciado la ruta exacta -para evitar advertir a
la seguridad corporativa-, pero hay acciones planeadas para Chicago,
Minneapolis, y Dallas, así como en un grupo de ciudades más pequeñas en
el camino.
"Vamos a acercarnos a los que están haciendo sus
compras de Navidad y decirles 'Tienen que volver en sí. Tienen que
despertar", dice Talen. "No tiene sentido expresar el amor de esa
manera".
¿Tienen impacto esas acciones? Debido a que las
protestas masivas con Starbucks como objetivo han sido escasas
últimamente, es improbable que las ventas de la cadena sufran mucho a
corto plazo debido a esas acciones. Por otra parte, WalMart, otro de
los enemigos del Reverendo Billy, recientemente ha sufrido algunas
derrotas. En especial sus esfuerzos por levantar tiendas en Queens,
Nueva York, e Inglewood, California, un suburbio de Los Ángeles, han
sido derrotados por una coalición de grupos comunitarios.
"Desde las protestas en contra de la construcción de tiendas, pasando
por 'comida lenta' al comercio justo, que está alcanzando fuerza
realmente en Europa, la resistencia al consumismo está llegando de
distintas maneras", dice Talen.
¿Es Talen entonces un
sacrílego irónico o es esa su propia forma de ser un verdadero
creyente? A la pregunta de cuál es su religión, explica que él y sus
seguidores están "tratando de poner las apuestas a favor de Dios". Dice
que siente que hay una relación con la sirena atrapada en el logotipo
de Starbucks, una imagen inspirada en un grabado que tiene centenares
de años, cuyos senos desnudos fueron borrados durante la expansión de
la corporación. Talen exhorta a las clientes a "sacar su creyón rojo de
labios y devolver sus pezones a esa diosa".
Sin embargo, justo
cuando todo parece una broma, la pasión en su voz se aplaca y Talen
toca un dilema al que muchos importantes teólogos se han enfrentado a
medida que la temporada de fiesta se cosifica más: que en nuestro
desenfreno por las compras de última hora, el centro comercial se
convierte en su propia rutilante deidad.
"Yo no creo en ese dios", dice el Reverendo Billy."¿Y usted?"
-- Mark Engler, escritor residente en la Ciudad de Nueva York, puede
ser contactado por medio del sitio web
http://
www.democracyuprising.com.
Kate Griffiths brindó ayuda en la
investigación para este artículo.
Traducido por Progreso Semanal