Para Habiba
Hamrouch, criar a su hija Sanaa es su "revancha", su respuesta a las
tradiciones, el abuso y la indiferencia que abonan la explotación de miles de
niñas marroquíes como empleadas domésticas.
Las leyes de este país del norte de
África prohíben trabajar a los menores de 15 años, pero el incumplimiento es
común.
Muchos hogares emplean como domésticas a niñas, algunas de apenas
cinco años de edad, que deben soportar agotadoras jornadas, varias formas de
maltrato cuando su trabajo es considerado insatisfactorio e incluso abuso
sexual.
Además, se niega con frecuencia a las niñas acceso a la
educación, a la atención médica y a una alimentación adecuada.
"Pasé por
toda clase de experiencias cuando fui entregada a una familia en 1990", narró
Hamrouch. "Son recuerdos muy malos. Solo tenía ocho años cuando empecé a
trabajar."
Sus dos hermanas también se convirtieron en empleadas
domésticas. Hamrouch dijo que su madre era muy sumisa con su marido y que "nada
podía hacer salvo llorar en silencio". "Realmente pasábamos necesidades",
afirmó. "Odié a mi padre por lo que me hizo."
Hamruch tiene ahora 22
años, está casada y es madre de dos hijos: una de 10 años y un varón de dos. Y
está haciendo todo lo posible para asegurar que la vida de sus niños sea
diferente a la suya. Sanaa asiste a la escuela y tiene buenas calificaciones.
"Mi pequeña es mi revancha. Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance
para que ella estudie y yo misma estoy asistiendo a clases para poder asegurar
un futuro para mis hijos", afirmó.
Hafida Hosman*, de 18 años, logró
escapar a una vida de explotación gracias a un vecino.
"Tenía 14 años
cuando mi madre me entregó a una familia rica de Rabat. El hijo, un adolescente
de 16 ó 17, hizo todo lo imaginable para aprovecharse de mí cuando sus padres no
estaban en la casa y yo no podía decir nada al respecto", relató Hafida a IPS.
"Incluso su primo, un mocoso espantoso, me pellizcaba el trasero cada
vez que iba a la casa. Eran tan mal criados que nadie me creería que eran los
amos y que tenían permitido hacer lo que quisieran", agregó.
El acoso
sexual es tabú en Marruecos. Muchas víctimas evitan denunciarlo. Escapar no
resulta fácil, ya sea porque carecen del dinero necesario o por temor a que sus
empleadores las denuncien a la policía.
"Es escandaloso ver a niñas en
edad escolar empleadas como sirvientas", afirmó Fouzia Tawil, de la no
gubernamental Asociación para la Defensa de los Derechos de las Mujeres y los
Niños con sede en Casablanca, la capital económica del país.
"Su lugar
es un pupitre, con un libro entre sus manos, no con un trapo de piso o una
escoba que es mucho más grande que ellas", declaró Tawil a IPS. "Entre el lavado
de platos, el trabajo del hogar y el cuidado de los niños, se les roba la
infancia."
El irrisorio pago que reciben por su juventud perdida es, en
general, entregado a los padres. "Jamás vi el dinero en todo el tiempo que
trabajé allí, hasta que cumplí los 17", recordó Habiba.
El gobierno
calculó en 2001, en un informe elaborado con el apoyo del Fondo de las Naciones
Unidas para la Infancia (Unicef), que unas 22.000 menores de 18 años trabajaban
en hogares ajenos en grandes ciudades como Rabat y Casablanca. No existen
estimaciones más recientes.
Cincuenta y nueve por ciento eran menores de
15 años, analfabetas y de familias pobres.
La organización de derechos
humanos Human Rights Watch (HRW), que tiene su sede central en Nueva York,
advirtió hace dos años que la mayoría de esas niñas y adolescentes trabajan sin
descanso entre 14 y 18 horas diarias, los siete días de la semana.
Sus
padres reciben por esa labor una paga de entre cuatro y 11 centavos de dólar por
hora, aseguró HRW en un estudio titulado "Dentro de la casa, fuera de la ley:
Abuso de niños trabajadores domésticos en Marruecos".
"El salario mínimo
en Marruecos para otros trabajos no rurales es de 1,07 dólares la hora. La
jornada laboral está limitada a 44 horas semanales o 10 horas diarias", indica
el informe.
Marruecos "tiene una de las tasas más altas de trabajo
infantil de África septentrional y Medio Oriente y, al mismo tiempo, una de las
más bajas de asistencia a la escuela de niños que trabajan, a excepción de
África subsahariana", apuntó el informe.
"La policía, los fiscales y los
jueces rara vez hacen cumplir las disposiciones del Código Penal sobre abuso
infantil o trabajo forzoso en los casos de los niños empleados como sirvientes",
agregó.
Por otra parte, "los padres en muy pocas ocasiones están
dispuestos a entablar demandas que demoran mucho tiempo y exponen a sus hijas a
un estigma, sin proporcionarles a ellos ningún beneficio directo", destacó HRW.
El maltrato persiste, aunque Marruecos ratificó la Convención sobre
Derechos de los Niños, que prohíbe su explotación por motivos económicos, entre
otros.
Fátima Zénoul*, una mujer que recluta niñas y adolescentes y las
ubica en casas de familia para que realicen trabajos domésticos, ofreció un
testimonio que arroja luz sobre las actitudes que apuntalan estos abusos.
"Mi tarea concluye cuando coloco a la doméstica con sus empleadores. Lo
que ocurra después no me concierne. Ella es libre de irse si sus expectativas no
se ven satisfechas. En ese caso, yo le buscaría otra familia, lo que me
reportaría una comisión adicional", relató.
Los intermediarios cobran 30
dólares por cada niña que colocan.
"Si sus padres no se preocupan por lo
que les pasa, ¿por qué debería hacerlo yo?", se preguntó Zénoul, que realiza su
tráfico en el barrio residencial de Takaddoum, en Rabat. "No soy responsable por
lo que les suceda. Es un servicio pago que yo ofrezco y así me gano la vida."
La lucha contra la explotación de los niños recibe un fuerte apoyo de la
princesa Lalla Meriem, hermana mayor del rey Mohamed VI y presidenta del
Observatorio Nacional de la Infancia.
Lalla Meriem se sumó hace dos años
a la iniciativa contra el maltrato infantil, incluido el sufrido por empleados
en labores domésticas.
Desde entonces, las autoridades desarrollaron una
estrategia de promoción de los derechos de la infancia, y crearon también un
"parlamento infantil" para hacer frente al abuso.
En la Tercera
Conferencia Regional sobre la Violencia contra los Niños, realizada en El Cairo
a fines de junio, la princesa anunció la creación de un refugio para las
víctimas de maltrato, en el que se les brindará asistencia legal y psicológica.
Asimismo, se lanzó el mes pasado una campaña de esclarecimiento con el
objetivo de brindar información a los jóvenes marroquíes sobre el fenómeno.